Este post es un texto que escribí hace unos añitos ya, cuando recién salía de los "dieci" e ingresaba a los "veinti". Leyéndolo me dí cuenta de que he cambiado en muchas aspectos en mi vida, sobre todo en la forma de decir las cosas. Pero sustancialmente pienso igual. Creo que el tiempo hace que comencemos a aceptar la realidad, a asumirla y encararla de otra forma. Ahora, eso no quiere decir que nos entreguemos a ella y no querramos y mantengamos la esperanza de hacerla un poquito mejor.
Divague noctámbulo y otros ensayosNo se por que me cuelgo a escribir esto, a esta hora, son las 2:30 de la madrugada y yo me quedo como un noctámbulo sentado en mi habitación, escuchando el Álbum Blanco; Number Nine es la canción que está sonando. Estoy lleno y mi cuarto huele a sahumerio de “rosa mística”.
¡Que carajo hago!, no se por que escribo, para eludir acostarme, para matar el tiempo.
Ahora creo que la mente me está quedando en blanco, (como el Álbum), y no se me ocurre nada que decir, ninguna palabrería más que hablar del desvelo y la pelotudez que tengo. Y aunque se pueda objetar que mi lenguaje no sea el más indicado (y más si es escrito, por que a estas palabras no se las lleva el viento). Pero más allá de las aclaraciones,con este léxico me sale pensar y decir las cosas en este momento. Jerga vulgar con la que habla una generación, que no es más que una síntesis de los valores y la moral que se nos propina por medio de académicos, dirigentes políticos,campesinos (los que van quedando), comunicadores y comunicadoras, putas y putos, ladrones de cualquier género y todo espécimen que componga esa generación que fue formada y deformada para transformarse en lo que hoy en día somos.
Una sociedad incoherente es en la que nos toca vivir.
A los jóvenes se les vive tirando verde para recoger maduro. Es un gran negocio. Se imponen medios de vida yanquis o europeos, lo vemos por la TV, la radio, Internet, revistas. Pero el hecho es que esos estilos de vida sólo llegan a dar mella en los sectores de mejor posición económica, y este sector social puede tomar esos estilos, consumir adelantos tecnológicos o tomar clases de feng shui, aromaterapias varias o consumir cualquier producto que calme la ansiedad momentáneamente.
Mientras un sector de la sociedad trata de adquirir tal cosa o tal otra para poder establecerse y alcanzar cierto reconocimiento, posición, fama, estatus, puesto o lugar en un círculo determinado de esta fuckin sociedad, y otro trata simplemente de sobrevivir el día a día con lo que puedan.
Cuando se me suele mencionar la vieja frase Darwinista de que “sólo el más fuerte es el que sobrevive”, se que los más fuertes son los que mutan y se adaptan a las reglas de juego (pero cuales son las reglas de juego si constantemente las cambian). Es ahí donde entra la contradicción, el choque, la divergencia, eso que media entre lo que llamamos el ideal, la moral, los principios, el código y el natural instinto de supervivencia, de arraigo, de...acumular, sedimentar, engordar, acaparar.
Y si, es así, en todos los medios y en el trato cotidiano se fomentan los extremos, se va de lo blanco a lo negro, no se admiten los matices, o por lo menos no se les da la importancia que estos tienen que tener.
Y pienso en la luz, ella que nos brinda energía y vida. En su estado puro es blanca, pero está compuesta por distintos colores, que no son siete, sino que son miles, millones.
Así como la luz, (que es mucho mas importante para el universo que el ser humano), tiene sus matices, la vida de cada ser también los tiene. Estos matices no hacen más que templar el alma de cada uno, tal como si fuera el alma de una guitarra. Lo que matiza a la guitarra son sus cuerdas, cada una posee un sonido diferente. Más matices podemos encontrar si apoyamos los dedos en cada uno de los trastes de su diapasón, y si los tocamos en el lugar correcto producirá eso que es la armonía, algo que suena tan llamativo y cautivante a los oídos. Igual de cautivante y llamativo suena el amor al corazón.